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sábado, 7 de diciembre de 2013

Buscando la paz en una trinchera


Muchas veces pienso en mi infancia, esa infancia en la que mi única preocupación era jugar,reír con mis hermanos y  pelearnos una que otra vez. 


Esa infancia que me hace recordar cuando corría con mis hermanos por el patio de la casa donde vivíamos y nos dedicábamos a coger gusanos peludos de un árbol y meterlos en una lata para luego quemarlos.  Seguro que al leer esto, estarán diciendo que soy mala persona, pero si supieran que esos gusanos cuando te tocaban la piel te quemaban y te daba hasta fiebre, no dirían lo mismo.

Pero volviendo a mi evocación, diré que me acuerdo que siempre quería estar ahí donde mi madre estuviera. Que mi madre lavaba la ropa, ahí estaba yo recostada a una pared, chupándome el dedo y mirando lo que hacía.
Que cocinaba, yo ahí a su lado, era tanto el pegote, que mi madre muchas veces me decía: Mira muchacha! saca ese dedo de la boca y vete a jugar con tus hermanos!!! je, je.

Y es que era muy mamita, tanto que cuando me iba a casa de mi abuela o tíos a pasar vacaciones de verano, no quería hablar con mi madre, pues sabía que si lo hacía rompería a llorar y le diría: Me quiero ir a mi casa, snif snif. Y no es que me lo pasara mal con mis tíos, primos o abuela, que era un cielo de persona, sino que es que a mi me gustaba estar al lado de mi madre.

Mi madre, una mujer sencilla, pero con mucha sabiduría, que te sabe escuchar, respetar tu espacio, no meterse en tu vida, pero aconsejarte cuando cree que necesitas un consejo. Una mujer trabajadora y guapa, pero que muy guapa. Si pudiera poner aquí una foto de ella podrían ver que por su rostro no han pasado los años, ni tampoco refleja todo lo que ha tenido que vivir.

Mi madre es mi modelo a seguir, es la persona que ahora mismo me gustaría tener a mi lado, para que me ayudara a decidir o encauzar ciertas cosas, aunque conociéndola como la conozco, seguro que me diría que deje las cosas como están, pues ella es de la vieja escuela.

Hoy la llamaré y como siempre escucharé esa voz animada y alegre, que siempre me hace pensar que todo irá bien. Me contará una historia de las de ellas, que no tiene nada que ver con nosotras, como por ejemplo que la panadera tiene un hijo que vive aquí donde vivo yo. Y hasta me la podría al teléfono para que la mujer me salude y me cuente su vida, eso también lo hace mucho mi madre, tanto que a veces le tengo que decir:
Mamá que es una llamada internacional!

En fin, que no sé como me ha salido esta entrada, cuando mi intención era la de escribir de otro tipo de sensaciones, debe ser que añoro la cercanía de mi madre en este día tan frío.

Así que tendrán que esperar hasta la próxima entrada, para que les hable de ese otro tipo de sensaciones que les quería contar hoy.

Qué tengan un bonito fin de semana!


4 comentarios:

  1. quieres un comentario aquí va cuando sees adolecense lo que nuestros padres nos dicen lo tomamos con reproches no es sabiduría ellos también tuvieron tu edad y pasaron lo que pasas tu con los años se aprede es la experiesa vivida hasles caso y quierolos mas sabe el diablo por viejo que por diablo suerte te habla un padre viejo suerte

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    Respuestas
    1. Hola Victor tienes toda la razón!

      un abrazo y gracias

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  2. Me has recordado a la mía, que era muy parecida a la tuya...

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